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DIA QUARTO. 257 glo XIV. al XVI. todos los sínodos hablan del. vestido talar, cerrado y negroj como propio de los Sacer- dotes. Todo esto que brevísimamente hemos insinuar do, lo sabeis muy bien , y no tenemos necesidad de inculcarnosó detenernos más en ello. Llegamos por fin á aquella época feliz para el christianismo , en que congregados los Padres en el santo Concilio de Trento, formáron los admirables reglamentos que diéron el tono: 4 la disciplina de nuestros dias. Nó os persuadais, venerables Sacerdo- tes , 4 que el asunto de que tratamos sea de tan cor ta entidad ¿ que no mereciese la atencion de aquella sacrosanta asamblea. Todo lo contrario. Lo miró co- mo un asunto de gravísima importancia : lo consi» deró, lotrató con aquella madurez que piden las ma- terias eclesiásticas , y resolvió lo que se sigue para eterna confusion de los que se degradan á sí mismos, desnudándose voluntariamente del hábito clerical. Etsi babitus non faciat monachum (así habla en la Sesion XIV. de Reformatione, c.v1.) oportet tamen cle- ricos , vestes proprio congruentes ordini semper: def- ferre, ut per decentiam babitus extrinsecí, morum ho- nestatem intrinsecam ostendant. Es cierto , dice, que el hábito no hace al monge ; pero con todo eso con- viene que los clérigos lleven siempre el vestido .con- veniente á su órden, para que por la decencia del Kk 2

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