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Dia TERCERO. 213 ellas. Quiera la Magestad divina que los Sacerdotes justos se justifiquen mas, se santifiquen mas á la vis- ta de estas santas disposiciones; y los pecadores, hor: rorizados de su maldad , vuelvan atras del camino de su perdicion , lloren su desórden, y con frutos dig- nos de penitencia salven sus almas, PRIMERA PARTE, El santo Rey David instruyendo á su hijo Salo- mon y.á todo el pueblo israelítico de sus designios en juntar tantos metales preciosos, tantos mármoles ex- quisitos y tantas maderas incorruptibles , les dixo: trato de hacer una obra grande: no he acopiado tan- tos y tan preciosos materiales para edificar un pala- cio para los hombres, sino una habitacion y casa pa- ra Dios : Opus namque grande est , neque enim bomini preparatur habitatio , sed Deo (1). Este admirable pensamiento deberiamos tener nosotros quando nos acercamos al altar. Deberiamos considerar, venera= bles Sacerdotes, con quanta decencia, con quanta pureza , con quanta fe , fervor y caridad habian de estar adornadas nuestras almas para que fuesen agra= dable habitacion , no de los hombres,.sino de Dios; Opus grande! Esta es una obra grande, sobre exce- (1) * Lib. x. Paralipom. €. ult.:y. 1.

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