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DIA TERCERO. 195 mos que hemos obrado injustamente en retener el sobrante de nuestra decente manutencion , sin re- partirlo con los pobres, de quienes era, y 4 quiene$ se les debia ; dando ocasion con nuestra avaricia á que censuren nuestra conducta los buenos y los ma- los , los justos y los pecadores: Injuste egimus, ini- quitatem fecimus. Confesamos que nuestra conducta no es acreedora á la veneracion y respeto con que £ntes era mirado el órden sacerdotal; y en lugar de aquel ha inducido Dios sobre nosotros el desprecio, la abóminacion y vilipendio; porque así lo mere- cen nuestras culpas: Induxisti omnia bec propter peccata nostra (1). Sí, venerables Sacerdotes , yo no puedo pensar de otro modo. Dios , Dios mismo nos ha entregado en manos de nuestros enemigos , que nos despojan de los bienes temporales , desprecian nuestro ministerio, é insultan 4 nuestras personas; porque nos apartamos de Dios, porque pecamos contra Dios en acercarnos al santo altar sin con- siderar lo que vamos á hacer, sin las disposiciones para hacerlo debidamente, sin temblar delante del Todopoderoso , y sin humillarnos hasta el polvo en su adorable presencia : Quis dedit in direptionem HYacob , et Israel vastantibus ? Nonne Dominus ipse (1) Daniel, c. 11. v. 28»
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