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Dia TERCERO. 179 la gravedad é importancia del asunto , y contribuya á vuestra mayor gloria y salvacion de nuestras almas. Que la sacrosanta misa sea un verdadero sacrifi- cio , y aquel mismo sacrificio que hizo Jesuchristo en la cruz 4 su Eterno Padre por la redencion del mun- do, aunque en el modo sea diverso, lo asegura el santo Concilio de Trento , y lo dexamos ya insinua= do; como tambien que por institucion divina conte- nida en aquellas palabras: haced esto en memoria mia (1), son los Sacerdotes los que ofrecen sobre el altar este sacrificio adorable. Sí, venerables minis- tros del Señor , el Sacerdote es el que ofrece tan ad- mirable sacrificio en el nombre de Jesuchristo , en nombre de toda la Iglesia , y en su nombre propio, Verdad grande , que exige de nosotros las reflexio-= nes que vais á oir. Desde el momento que le ordenó de presbítero su Hustrísimo Prelado , le confirió la potestad de con- sagrar el pan y el vino, y distribuir 4 los fieles el cuerpo y sangre de Jesuchristo. La misma obra divi- na , maravillosa y estupenda que hizo Jesuchristo en la noche de la cena , la hace el Sacerdote en la cele» bracion de la santa misa. Jesuchristo en la noche que (1). Luc, c. Xx11. Y. 19»
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