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Dia SEGUNDO, 127 abismo ? ¿Que los mas que arden en sus voraces lla= mas principiáron por un pecado venial ? ¿Qué detie> ne al alma para que no camine á la perfeccion? ¿qué impide las particulares gracias de aquella adorable Providencia ? ¿qué hace perder el gusto á la piedad, á la oracion y á los demas santos exercicios? ¿qué mantiene en la tibieza , que hace enfermiza el alma, que la debilita en las tentaciones , que la arroja á los peligros , y la constituye en la última disposicion para el pecado mortal ? ¿Piensas tú , alma mia, que estos son escrúpulos ó imaginaciones de un celebro débil? ¡Ay! Fe santísima de mi Dios, ¿en donde es- tás? ¿Qué se han hecho , ó Dios mio , mis sentimien= tos, quando aun tengo frente para levantárla contra la adorable Magestad , tantas veces ultrajada por mí? ¿Cómo tengo ojos para mirar mi vida llena de culpas veniales , sin cubrirme de confusion y espari» to ? ¿Quántos pecados he cometido: con mis:ojos? ¿Quántos con mis oidos? ¿Quántos. con mi lengua? ¿Quántos con mis manos ? ¿Quántos con mi paladar? ¡Ay de mí! ¡que mis maldades exceden el número de mis dias, y se han multiplicado sobre los cabe- llos de mi cabeza! ¡Quántos pecados de ignorancia por el olvido de mis obligaciones ! ¡Quántos de im- prudencia por la distraccion de.mi espíritu, por la ligereza de mi genio, por la temeridad de mis jui- Tom, 1, R