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DIA SEGUNDO. 109 la casa de tus padres por la de Dios, en la que me tendrás por tu porcion y heredad. Yo quiero en fin que seas mi Sacerdote. Oye aquella alma inocente como entre sueños, á la manera de Samuel , la voz de Dios ; pero como por sus cortos años necdum sciebat Dominum... abiit ad Heli, et ait... ecce ego, quia vocasti me (1),corre, quie» ro decir, ya en la casa de sus padres, haciendo alta= res, cantando himnos y salmos, vistiéndose de Sacer- dote, y remedando con una emulacion piadosa la ce- lebracion de las misas, la predicacion de la palabra de Dios , y las ceremonias de la Iglesia, Los padres al considerar las virtuosas inclinaciones de su hijo le de- dican á los estudios, en los que al paso que aprovecha en la ciencia, crece y se aumenta en edad y gracia de- lante de Dios y de los hombres. Quantos objetos se le presentan , cree ser otras tantas voces que le recuer- dan la voluntad del Señor: todos parece que le estan diciendo lo que Marta á su hermana María Magdale- na: Magister adest , et vocat te (2). Mira alma que Dios te llama: que Dios te quiere para sí, no te hagas sorda á sus voces, no desatiendas sus interiores movi- mientos : teme, si resistes por mas tiempo sus miseri- (1) Lib. 1.Reg. c. 111. v. 7. 3. etg. (2) Joan. e. XI. v. 28. y

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