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DiA SEGUNDO. ' 1OI sú amigo, su conocido, su favorecido? Si inimicus meus maledixisset mibi, sustinuissem utique. Tu vero homo unanimis, dux meus , et notus meus , quí simul me cum dulces capiebas cibos? ¡Cómo es posible! Que los infieles, los hereges, los ateistas, los enemigos de Dios le ofendan, le maldigan, le blasfemen, malo es, pe- cado es, pero es pecado sufrible : Sustinuissem uti que , porque son mis enemigos, porque no. saben lo que hacen; pero tú, ó Sacerdote, colocado en la ca- sa de los Santos , adornado de mis gracias, puesto por luz de las gentes, sabiendo lo que es el pecado, ¿te habias de hacer la tuina de los pueblos, escándaz lo de la Iglesia, esclavo de satanás y enemigo mio? ¿Tú habias de manchar mis altares, profanar mis tem» plos, mis ceremonias y sacrificios, atropellar mi cuers po, pisar mi sangre, y comer tu juicio y condena» cion? ¡Cómo es imaginable! ¿Qué dices á estas voces, alma mia? Si no eres mas insensible que las piedras :. si no estás mas endu- recida. que los demonios, ¿cómo no clamas al cielo pidiendo misericordia? Quebrantados los divinos mandamientos , violados los preceptos de la Iglesia, omitidas las obras de misericordia, arrastrada de los vicios mas ignominiosos y horribles, te hallas 4 pun- to de ser arrojada“á los abismos por'toda la eterni= dad, ¿y no tiemblas? ¿y note estremeces, ni te espan-