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at pe San Roque. y 85 virtud que debiera colmarlos de honor y de gloria: Advertidles los peligros del mundo , y decidles que la vigilancia cristiana €s quien puede apartarlos de los riesgos , y llenarlos de atencion y cuidado en el cumplimiento de sus respectivos ministerios : de- cidles últimamente, que la vigilancia cristiana no solo los ilustrará como á Roque en las tinieblas del mundo , nosolo los preservará de los precipicios y peligros del mundo, sino que tambien los coronará en los tormentos y tristes inquietudes del mundo. III. Pareceá primera vista que he padecido equi- vocacion quando he dicho ser el mundo un lugar de tormentos y tristes inquietudes : pues aunque no tiene de su parte la felicidad de la inocencia y de la virtud , tieneal parecer los consuelos y re- gocijos del vicio. Pero nada menos, cristianos oyen- do olvidándose de Dios, y no negando cosa algu- na á sus locas pasiones, aunque sería ésta una em: briaguéz y un frenesí digno de lástima , pues por un placer instantáneo se haría digno de unas pe- nas y tormentos eternos, á lo menos no lo perde- ria todo, á lo menos gozaria de unos instantes de felicidad en el tiempo presente; mas aun en este tiempo y en este rápido instante se niegan los con- suelos al pecador. Aquel Señor soberano y mise= ricordioso que nos hizo para sí, no quiere que po- damos ser felices sin él ni un solo instante : se sir- ve de nuestras pasiones para castigar nuestras mis- mas pasiones, y se vale de todas las criaturas que queremos hacer servir á nuestras pasiones y á nues- tros placeres, como de secretos instrumentos de nues- tras penas. Por mas que ideemos un plan de felici- dad en la culpa , nuestro corazon desmiente inme- diatamente está esperanza, y no nos queda otra cosa real y verdadera de esta vana idea de felicj-

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