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pe San Roque. 69 rsecucion, ni la cárcel , ni la misma muerte , ten- drán fuerzas para privarme de escuchar y seguir la voz de Dios por donde quiera llevarme. ¡O es- píritu verdaderamente seráfico y apostólico , vuela, vuela ya á la celestial Jerusalén, que no es para h mi tosca” lengua presentar al mundo una: pintura exácta de tus heróycos actos y excelentísimas vir- tudes! Los Angeles que te vieron'en la cárcel ala- bar los ocultos juicios del Altísimo , rogar por los que te perseguian , mantener la tranquilidad y re- poso de tu alma en medio de tan amargo mar de tribulaciones, y que dieron testimonio del poder que Dios te concedia para librar al mundo de la peste, dexándolo escrito en una tabla : los Angeles vuelvo á decir , ó beatísimo Roque, podrian solo decirnos algo de tus obras, pues los hombres poco Ó nada alcanzamos de tu vigilancia en conocerte y mortificarte, en conocer el mundo y huír de él, y en escuchar á Dios y obedecerle. Bastante te- nemos para nuestra confusion con lo dicho, si que- remos confesarlo de buena fe. Pues no habiendo apenas hora en el dia en que no se nos pueda de- cir loque Marta á su hermana María: Magister adest , et vocat te (a). Mira, hombre , que Dios te está llamando : mira que le tienes en pie á la puerta de tu alma : Ecce sto ad ostium , et pulso (b): ¿no conoces su voz en tu enfermedad ó en la de tu próximo , en la muérte del otro ó de la otra, en las inspiraciones y movimientos del corazon? ¿No oyes que te dice: que el que aborrece su alma en este mundo , ese la guarda y conserva para el cielo; .Que el que no renuncia lo que posee, no puede ser su discípulo: que el que no responde quando él le (a) Joanmn. c. x1. y. 28, (b) Apoc. €. tl. y. 20,

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