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64 Sermon IV, E - afeminados, es abuso intolerable, vicio reprehensi- ble é inaguantable. Pero al fin,sea lo que se fuese de esto, lo cierto es, que si San Roque no gastó los diges, que por moda en el día los jóvenes acos- tumbran, tuvo á lo menos en aquella edad de doce años una libertad entera; pues se vió sin padresá quienes obedecer, con criados á quienes mandar, con el gobierno de Mompeller de que arbitrar y dispo- ner, y esto basta, y aun sobra para que un joven se pierda si no se halla prevenido con las bendicio- nes del cielo. Disfrutólas Roque tan desde los princi- pios, que á una cruz roxa con que dicen nació mila- grosamente señalado, la miró como á su patrimonio y heredad, y como á divisa de los soldados de Je- sucristo, para cuya milicia le llamaba Dios. No sue- len los hombres ciegos buscar con tanta ansia los ho- como Ro- se pc lía leTos te, amados oyentes mios, con una resolucion de un Apóstol cedió sus bienes y mayorazgos á un tio, dis- tribuyó los que tenia libres en los pobres, y conmu- tando la riqueza por la pobreza, la patria por el destierro, la abundancia por la penuria, el rega- lo por la penitencia, se vistió de silicio con el sa- grado hábito de la Tercera Orden de mi seráfico Pa- dre San Francisco, y se fue por el mundo pobre, desconocido y despreciado, siguiendo la voz de Dios, que le llamaba por aquel género de vida, como al otro joven rico del Evangelio. Da pauperibus... et veni, sequere me (a): Dexemos á Roque por un rato seguir vigilante (a) Luc. c. xvi. y. sz, -

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