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.. E e pr San Roqur. Ór caridad y con las obras (a), jamas llegaremos 4 com- prehender la indispensable necesidad de esta virtud, mientras que no fixemos nuestra consideracion en tres principios que esencialmente la exigen. Quién somos, en dónde estamos , y 4 dónde caminamos, es lo que nu ca se debe apartar de nuestra vista, si queremos percibir la santidad de Roque, y la necesidad de la vigilancia cristiana. Somos, decia San Gregorio, ca- minantes: estamos fuera de nuestra patria, y vamos á ella (b). Ved aquí, pues, la division de la vigi- lancia, y la conclusion mas sencilla y natural de este discurso. Debemos, para imitar á San Roque, r vigilantes en conocernos para castigarnos: vigi- lantes para conocer al mundo y huír de él: «vigi- lantes para escuchar á Dios y obedecerle. Díxolo antes que yo Santo Tomás: Vigilat qui ad aspec- tum veei hominis oculoe eprrarchehes 5 vigile: qu d VESES UERIdOS QU) : se corpo- ris ebras repellrr. Lástima es que no podamos manifestar con la extension debida un asunto tan interesante y de tanta instruccion: pro- curaremos ceñirle al menor espacio de tiempo que e “4 E 1! vor Mera, posible IT A A - "Desde aquel infelíz instante en que Adán, nues- tro primer padre , perdiendo su inocencia gravó 4 todo el linage humano con el pecado original, sen= timos sus miserables descendientes una contínua guer- ra con nuestros apetitos y pasiones. Peléa la razon contra el sentido: las : levantan rebeldes contra el imperio de la voluntad: y aunque ésta, como esencialmente libre, libremente resiste á sus (a) Corde vigila, fide vigila, spe el ild y cartate: viales operibus vigila. S. August. A 08! 4; e Nos in via sumus qua ad patriam pergimus, Hom. xi. in ang. ? | >

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