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36 SerMON 1. no en el trabajo de su oficio , el labrador en el cul- tivo de sus campos , el juez en las expediciones y despachos de sus causas, el sacerdote en las ocupa- ciones de su sánto ministerio , el religioso en las observancias monásticas de sus claustros: en una palabra , todos quantos invocan devotamente á Ma- ría la hallan pronta en su socorro. La doncella en el éxito felíz de su acomodo, la casada en el tra- bajosó apuro: de sus partos , la. viuda en el descon- suelo de su soledad encuentran en la Vírgen quien ' atienda 4 sus ruegos, quien las socorra en los peli- A gros y consuele en las tribulaciones. El niño con balbuciente lengua desde la cuna , el anciano ago- nizante en la cama de su dolor, hallan invocando á María ; quien enxugue sus lágrimas, , Quien reciba su espíritu, y quien le presente en las manos de su Criador : Nec est qui se abscondat a calore ejus. - Vosotros, pyaases mios , confesad esta verdad. Halo ma enfermec “pretendiendo salir de algun 1hogo ; ¿ habeis invocado con efica- cia el'amparo de María sin xp inme-= diatamente sus favores? ¡Ay de mí! ¿Dónde esta- sia yo sino fuera por la proteccion de esta Seño- ra? Me confieso públicamente deudor 4 sus mise- 4 ricordias. Pues si Dios me tiene con vida, si no Ke sido sumergido en grandísimos peligros que he padecido en el mar , en los rios y en la tierra , to- do lo debo á María. Si Dios me sacó de las tinie- blas del mundo á la luz de la seráfica congrega- cion capuchina , quando yo menos lo merecia , y uando mas irritaba su justicia con mis desórde- l nes, todas són misericordias de María. Si vive en l mí la esperanza de: conseguir la salvacion por los méritos de Jesucristo y mis buenas Obras » la pro- ' teccion de María es quien la sostiene y aníma. Re- cibid, pues, Ó Reyna soberana, esta pública con- a — e

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