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aya diia de EXORDIO TI. Ecce nationes sonvenerunt adversúm nos ut nos dis- _.perdant. Lib. 1. Machab. C. MI. Y. 52 Livsrrisimo SEÑOR: HRodeado Benadab, Rey de Síria , de cien mil ca- _dáveres de sus soldados, muertos en una sangrientísi- “ma batalla que le dió Achaz, Rey de Israél, ane- gado en los arroyos de sangre que salian de los cuerpos destrozados, afligido por la pérdida de todo el equipage , las tiendas , los carros y la caxa mi- litar, expuesto de un momento á otro á ser hecho prisionero, ó á morir á manos de su enemigo; apro- vechando los últimos alientos recogió la parte que le había quedado de su exército que andaba dis- persa por los campos, y puesto al frente de ella caminó á la ciudad de Afec, como para respirar de sus desgracias. Apenas sus soldados se acercaron á las murallas , se desplomaron éstas por divina or- denacion, y quitaron la vida á veinte y siete mil de ellos, que eran casí los únicos q de su "ap exército le quedaban. Consternado nuevamente Benadab con esta es- 'pantosa desgracia , entró ocultamente en la ciudad, “nos dice la divina Escritura, y se escondió en un rincon de una casilla pobre, y dando rienda á las es lloraba amargamente su triste situacion. A verle así angustiado uno de sus criados, le dixo por consolarle: Señor , vuestra Magestad se halla á punto de morir de pena, Ó de perecer á ma- nos de sus enemigos : en este apuro, yo hallo una salida felíz en la noticia que nos han dado de que los Reyes de Israél tienen un corazon piadoso y

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