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250 ExHorTACcIoN »no.” Esto decian nuestros papeles públicos mas há de dos años quando las tropas francesas solo ame- nazaban á los paises vecinos: quando los Dumorieres, Labourdonayes y Custines empezaban á apoderarse de las plazas fronterizas: ¿qué deberán decir aho- ra despues de haber visto 4 los Pichegrues y Ffour- “dines tremolar sus vencedores estandartes en las ciu- dades y provincias mas distantes? ¡Eh! ¿Para qué pecar contra el Espíritu Santo negando las verda- des conocidas? ¿Serán una tropa de bandidos, unos soldados débiles y sin disciplina los que arrollan los “exércitos Austriacos, Ingleses y Prusianos? ¿Los que desconciertan los proyectos mas bien combinados de sus enemigos, poniendo en confusion, y obligan- do á retirarse del mando á los mejores generales de la Europa? ¿Los que asaltan sus plazas, se apo- deran de sus ciudades, conquistan sus provincias, y acaban de hacer una campaña que formará una época memorable en los fastos de la historia? Son una tropa de bandidos, son unos soldados débiles: mayor ignominia para nosotros al verlos triunfar so- bre nuestros mismos hogares. Ellos han batido nues- tros exércitos, tomado nuestras mejores plazas, abas- tecido sus tropas con nuestros almacenes, nuestra artillería, nuestras municiones, hospitales, tiendas y víveres. ¡Que! ¿Pensamos todavía en no desper- E de nuestro adormecimiento, vanamente confia- dos en la pretendida debilidad de nuestros enemi= gos, ó en la distancia de los riesgos? Yo no sé ha- cer traicion á la verdad ; y ésta desmiente con los hechos mas auténticos aquella idea, No p ermita el Sér eterno que mi lengua ni mi pluma, em ada desde mi niñez en hacer guerra: la mentira y de- fender constantemente la verdad, se envilezcan y cubran de ignominia en la vejez, apareciendo con la vil vestidura de la adulacion. No, amados com-
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