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840 Discurso Añadid , si quereis, los innumerables exempla- res que las mas de las ciudades de España os pre- sentan en el dia. Madrid , Ocaña , Cuenca, Talave- ya, Zaragoza... pero yo me haria interminable y fastidioso si quisiera nombrarlas todas. Ellas han co- nocido que la mendicidad y emigracion de unas per- sonas que aun tienen brazos , eran dos principios rui- nosos al Estado. El primero , porque mantiene la hol. azanería y ociosidad ,madres del hurto, de la em- riaguéz , dela luxuria, “y en una palabra, de todos los vicios ; pues un hombre ocioso es gravoso al Es- tado, inútil á la Iglesia , perjudicial 4 la sociedad, enemigos de Dios, y en mi concepto el hombre peor del mundo, pues “solo se halla úril para todo lo ma- Jo, € inútil para todo lo bueno. Y el segundo, porque disminuye la poblacion , y por consiguiente la indus- tria, la agricultura , las artes y el comercio : todo lo qual cobra una nueva actividad corelafimento « de la poblacion; pl Le cdas: esc que diese 4 á unos mate que apl ociosos hasta entonces , y cerrarse á otros la puerta de sus viages. á paises extraños , dándoles destino y ocupacion en los propios. Y con solo querer esto eficazmente, se hallaron formadas las sociedades, y “admitidas baxo la inmediata Real proteccion. ' ¿Hallareis vosotros en esto alguna nueva difi- cultad, que las demas ciudades del reyno no ha- yan hallado? Vosotros, que mirais con indiferen- cia tantos brazos ociosos en esta ciudad en los tiem- pos que ya insinué, que pueden se - sumamente ú les dándoles destino $: ocupación : 4 unOrrOs , digo, entre quienes la emigracion es mas considerable que en el resto de todas las provincias de la pe- -nínsula, ¿no reparareis en el perjuicio que os causa la falta: de tantos hombres? Ellos, decís ,'son suma=