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30 > SErRMON IL. Dios. Este Señor no es aceptador de personas, da su gloría por razon -de los empleos mas ó e. nos brillantes que se han tenido sobre la tierra: él premia los méritos donde quiera que los halla; y si vosotros quereis tener la dicha de ver algun dia á la Vírgen en el cielo, debeis imitar sus vir- tudes en la tierra , seguir sus pisadas , practicar su doctrina, vivir como vivió, y triunfareis segu- ramente como ella triunfó. | En efecto, amados mios, subió la Vírgen so- bre todos los cielos, llegó al Empíreo, y al acer- carse á aquellas puertas eternas con toda su comi- tiva, se llenó de un nuevo gozo tan inexplicable como inmenso. Acercóse María, y vió la ciudad santa de Jerusalén resplandeciendo con la clari- dad de Dios. Vió, como dice San Juan , unos mu- ros de diamante, unas puertas de porslosas mar- garitas, unas calles y plazas de oro bruñi resplandeciente rso que el cristal. / ose la- Virgen, y vió el o ps ¡O Dios! y quién po- drá decir lo que allí vió la Virgen ? Vió unos bie- nes de superior calidad , de mas subidos quilates que quantos son imaginables en la tierra : unos bie- nes en su seguridad inmutables , en su multitud in= finitos, en su excelencia divinos, en su duracion perpétuos. Unos bienes no sujetos á la inconstan- cía y vicisitud de la fortuna , á la sucesion de los tiempos , ni á la emelacion de la envidia , sino es- tables, constantes, permanentes y et rnos. Vió una multitud de Angeles y bienaventurados unidos, con- cordes, amantes, pacíficos, sabios, robustos, her- mosos y resplandecientes (a). ¡O qué coro tan cán- dido de vírgenes! ¡O qué numerosa comitiva de (a) Millia millium ministrabant ei , er decies millies centena millia assistebans ci. Dan. C. vil. y. 10.

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