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290 Sermon XVII. mos de padecer repulsa, acudiendo al mismo tribu. nal de la clemencia? Mirad, Señor, que la tribu- lacion se acerca, y nadie hay sino vos que nos so- corra. ¿Hasta quándo hemos de clamar sin ser oj- dos (a)? ni Es preciso, amados mios, confesarlo de buena fe: Dios nuestro Señor está enojado contra nuestras culpas: Dios mismo es el que nos envía esta cala- midad para castigarlas con misesicordia. Si clausero velum , et pluvia non fuxerit. Yo, dice el Señor , yo soy quien cierra los cielos con los fuertes candados de mi Providencia y mijusticia , por los pgcados de los hombres. Yo soy quien impide las aguas para y no caigan sobre la tierra, manchada con sus rnicaciones y malicias: los elementos me obede- cerán, y las nubes negarán sus rocíos mientras que el pecador soberbio no se humille , conozca la gra- vedad de su pecado, me pida misericordia, temién- dome justo ,. confesándome poderoso, y respetán-> dome Señor (b). ¿No veis, cristianos mios , como es el mismo Dios quien nos aflige, y que son nues- tros pecados la causa de la presente calamidad* Y bien, ya que sabemos esto , ¿qué remedio hallere- mos para salir de tanto apuro,y alcanzar el agua por la que todos suspiramos? Escuchemos al Señor en las palabras de mi tema, y lo comprehendere- mos con la mayor facilidad. Si yo, dice el Señor, prohibiese 4 las nubes que lluevan sobre la tierra; y el pueblo afligido con esta calamidad se convirtiese 4 mí, me hiciese rogativas con instancias de ora- (a) ¿Usquequo Domine clamabo, et non exaudies? Habc. Cap. 1. vers. 2, > (0) Polluisti terram in fornicationibus tuis , es in malisiis suis. Quamobrem probibite sunt stille pluviarum , eb serotinus imber non ult. Jerem, CM Y... RU 2» pd 054

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