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EN EL CAPÍTULO PROVINCIAL , «Cc. 283 dar 4 las buenas tropas oficiales expertos que se merezcan toda la confianza del soldado por su va- lor , sus experiencias y su: fortuna: oficiales no afe- minados , ignorantes ó tímidos, sino: robustos, in- trépidos, instruidos, no'solo en las evoluciones mi- litares, no solo en las marchas, cercos y asaltos de las plazas, sino muy particularmente en la to- pografía del terreno, sin cuyo exácto'conocimiento “apenas se podrá jamas conseguir ventaja alguna ; y es menester, finalmente, no nombrarles xefes, si no se tiene satisfaccion de su: conducta, Ó si se los nom- bra darles toda la: autoridad necesaria. para obrar segun las circunstancias lo exijan: porque las oca- siones dependen de un momento, que no vuelve á presentarse en A una vez. ¿Yodo esto quién lo duda? Es men ster. tenerlo muy -pI ii A nte mano, y redut SR” la práctica. Seria lo «datrario y ya do he diehe; una temeri- dad, y tentar 4 Dios ;5 pero despues de todo, es menester tambien saber, que si Dios no edifica la . casa, en. vano se fatigan los-que trabajan en ella. En votos los paises que ha iluminado. la fe divina, se sabe que el título de Dios de los exércitos y Se- ñor de las batallas, no es un título vacío y sin subs-= tancia, sino un dictado de la divinidad que mira des- de st trono los grandes exércitos de los hombres co- mo un puñadito de hormigas que se disputan con empeño la posesion de un grano de trigo. Un título que invocado por Judith bastó para desbaratar to- das las medidas que el grande Holofernes habia to- mado para conquistar á Betulia. Un título que re- petido por Moisés en la oracion, daba victoria al pueblo Israelítico, y este mismo pueblo era venci= do quando Moisés , ya fatigado , baxaba los brazos “en la oracion. Un título , en fin , que conocia bien AA Nn 2
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