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278 SermoN XVI. sus yasallos, Jlustre testimonio de esta verdad nos ofrece el Profeta Baruc (a), refiriéndonos una carta que escribieron los Judíos , que se hallaban cautivos en Babilonia, á los que permanecian en Judéa: orad, les decian, orad por la vida de Nabucodonosor, Rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar, su hijo, pa- ra que sean sus dias como los dias del cielo sobre la tierra, y para que Dios nos dé virtud é ilumine nuestros ojos para que vivamos á la sombra de Na- -bucodonosor, Rey de Babilonia, y baxo la protec- cion de Baltasar, su hijo, y le sirvamos muchos dias, manteniéndonos siempre en su gracia. El grande Tertuliano y los cristianos de su tiem- «po observaban esta doctrina pura, tan recomendada por los Santos Apóstoles, como él mismo lo testifica” en su incomparable Apología, por estas terminantes palabras (b): “Mirando al cielo, extendidas las ma- » nos, y la cabeza descubierta , oramos por todos los » Emperadores, deseándolos larga vida, imperio se- »guro, firmeza en su casa, victoria en sus exércitos, s»fidelidad en sus magistrados, probidad en su pue- »blo, paz en sus estados, y quanto pueda serles ape- »tecible.” Observar, pues, diré yo tambien, esta - católica doctrina, rogando á Dios por la salud de nuestro Rey Cárlos IV, por su augusta esposa y Real familia: rogad á Dios que humille nuestros enemigos inquietos, desobedientes , injustos y crueles , que han puesto sus manos sacrílegas y sanguinarias en su Rey, que han desterrado sus Sacerdotes, man- chado sus templos, y llenado de horrores y desór- denes su patria: rogad á Dios por unos enemigos que han apresado nuestras embarcaciones antes de declararnos la guerra , y que por fia nos la han de- (a) Cap. t.v, 1. et seq. (b) Cap. xxx >

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