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220 SermoN XTIT. denacion eterna, Instruido, vuelvo á decir, nues. tro Bernardo en esta doctrina del catolicísmo , obe- decia á toda humana criatura por Dios : la obede- cia virtuosamente , la obedecia por principios de re- ligion, y no por temor á las potestades eclesiásticas, á las potestades civiles Óó á las potestades domés- ticas. Es Enseñado por la divina Estritura , en cuyos san- tos libros se encuentra la ciencia verdadera , sábia que en el antiguo Testamento imponia Dios nuestro Señor pena capital á todos aquellos que desobede- “ciesen , conducidos de un espíritu de soberbia , al Sacerdote que en aquel tiempo ministraba ó cum- plia las funciones de su oficio. Digámoslo con las mismas palabras del cap. xvrr. del Deuteronómio, vers. 12: Qui autem superbierit , nollens obedire sa- cerdotis imperio , qui eo tempore ministrat Domino suo , morietur homo ille. Y si en el sacerdócio de Aaron , en que solo se ofrecian las carnes de los ani- males, conminaba el Señor con pena de muerte á los que desobedeciesen , insultasen ó se ensoberbeciesen contra los ministros del culto , ¿qué deberemos de- cir á los que menosprecian , se revuelven é insultan al sacerdócio de Melquisedec , Ó mas bien al sacer- dócio de Jesucristo ? San Pablo decia: los Presbíteros que cumplen exáctamente con su ministerio , son dig- nos de un duplicado honor (a); porque ellos velan y se desvelan por conducir las almas por el camine ' de la virtud, y para dar buena razon de ellas en el tribunal de Jesucristo; y ellos no solo las instruyen con la doctrina , sino que tambien las edifican con su irreprehensible conducta. Pero quando $. Pablo nada nos dixera sobre el particular, bastaria, y aun La) Qui bene presunt presbyteri, duplici bonore digni ha- beantur. Ep. Paul. ad Tim. C. Y. Y. 17.

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