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DEL BRATO* BERNARDO DE ÓrIDA. 213 tamente nó veteis otra cosa que una série continuada d e hombres subordinados á otros. Mirad las oficinas, Jas casas, las familias, los monasterios, ¿ y qué veis en todas partes ? Padres é hijos, amos y criados, supe- riores y súbditos: en una palabra, hombres obligados 4 la observáncid de la santa virtud la obediencia. Ver- dad es quelos Religiosos nos hallamos mas atados á su práctica por un solemne voto que agrava nuestro deli- to quando desobedecemos; pero á todos indistintamen- te intima la obediencia el grande Apóstol San Pablo, quando nos dice (a): toda persona debe estár obediente á las potestades superiores. Instruido en esta doctrina nuestro Dio Desúaiido de Ofida, trató de obedecer á Dios desde sus mas tier- nos años hasta el fin de su santa vida, como de quien dimana toda. le ítima «potestad. No nuestro damientos : y que al intshio tierapo aterra á los des- obedientes con su terrible maldicion. Deseando, pues,. el agrado del Señor, y esperando sus eternas recompen- sas , creía las verdades , y le amaba como 4 bondad suma: se le veía, por : obedecer á Dios, prudente en sus resoluciones ,justo en sus tratos, verídico en sus palabras, humilde en su conversacion, modesto en sus acciones, fuerte contra las tentaciones del mundo, del demonio :y de sus pasiones, templado y parco en los ali- mentos, y mortificado en su cuerpo y su voluntad. Bernardo obedecia 4 Dios como á su criador que le ha- _bia sacado de la nada para que le conociese y amase en este mundo, y le viese y gozase en el otro. Le obe-. decia como 4.su Redentor, que le habia rescatado del cautiverio de la culpa, á bosta de su vida, de su pasion (a) Omnis anima potestatibus sublimioribus. subdita sit. - S, Paúl. ad Rom, c, XII. Y. 1.

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