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pEL BEAaTO BerNARDO DE Oripa. 211 muy conformes al original de la perfecta obediencia. Jesucristo , Dios y hombre verdadero, que en las pa- labras que me oísteis en el principio, nosdice: Yo ha- go lo que me manda mi Padre. Tampoco diria con- formidad con una de las mas bellas copias de esta obediencia santa nuestro Beato Bernardo de Ofida, que repetia con frecuencia en la vida y en la muerte ' esta preciosa leccion de nuestro amable Salvador: Yo hago lo que me manda mi Padre: Sicunt mandatum dedit mibi Pater, sic facio. ¡Infelíz de mí, si yo no me pareciese en algo á la obediencia de Jesucristo y de sus Santos! ¿De qué podrian entonces servirme mis excusas? Por la obediencia os hablo. Esta será mi apología, ¡qualquiera que sea el efecto de este sermon. Por. lo mismo hablaré de la obediencia de nuestro Beato Ofida, por haber do ella una de las virtudes que mas 'on su grande alma. Hablaré de aquella obediencia quel > formó un hombre de bien, un ciudadano honrado, y un perfecto religioso, y por la qual finalmente le vemos colocado en los altares como un Santo. Procuremos , pues , formar. el elógio de su obediencia para gloria de Dios y nuestra edifi= cacion. En ella formaremos el elógio de toda su vida. Diremos que el Beato Ofida obedeció á Dios en sus mandatos , en sus consejos, y en sus inspiraciones: ésta es la materia de la primera parte. Diremos tam- bien que el Beato Bernardo obedeció á los superiores, fuesen eclesiásticos , fuesen políticos ó fuesen domés- ticos : éste es el asunto de la segunda parte. Este es todo su elógio ; pues, como decia San Agustin, sola la obediencia importa mas que todas las virtudes (a). Reduzcámosle á una sola proposicion para que no la olvideis jamas: este religioso 2 Ps Eno (a) Una obedientia plus valet quam omnes virtutes S. Aug. a de obed, et hum. Dd 2

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