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DEL BEATO BERNARDO DE OriDa. 209 mos por la misma santa Escritura que Adán, el fe- líz y dichoso Adán , colocado en el Paraiso para ser el dulce objeto de. los cariños de Dios , baxo cuyas suaves y.santas leyes debia vivir, mandando él 4 Jos peces del mar, á las aves del cielo , á las bes- tias de la tierra , y lo que es mas apreciable, á sus mismas pasiónes. y apetitos ¿ con una ciencia subli- me , con una paz verdadera, y con-una participa- cion del divino Sér muy soberana : este hombre ver= daderamente felíz en aquel dichoso estado de la ino- cencia,. tr el mandamiento de Dios, y des- pojado de sus ventajas , se trasforma en un hombre infelíz y desdichado, 'gravando toda lahumana na- turaleza con m7 incalculables males del pecado , de Soberano injusto cruel y E: _que Ada á un Profeta santo en un vagamundo , y haces de unos Levitas que ministraban en el templo de Dios , unos robadores sacrílegos; y de un hombre el mas felíz que vieron jamas los siglos , un monstruo de desórdenes. Con quánta razon , decia San Agustin: ¡O ve- sieuubie y santa obediencia , tú eres la salud de to- dos los fieles, la guarda de todas las virtudes , la llave que abres las puertas del cielo, y cierras las del infierno (a)! La obediencia declaró justo á Noé, por haber executado lo que le mandaba el Señor en la fábrica del arca. Por la obediencia fue cons- tituído Abrahán padre de todos. los creyentes y SA- liendo de su patria, dexando su casa y sus parico- tes, adititieado: el duro peGEnto de24 circuncisión ve Sola ebedienjio tener palmam , sola inobedientia ir penam. S. August, Serm. xxxu, de Verbis Domini, - TOMO 11, | Dd

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