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200 . —SermoN XII podria resistir á la predicacion de un hombre tan jus. to como Noé, tan obediente como Abrahán, tan ino- cente como Isaác, tan laborioso como Jacob, tan cas- to como José, tan celoso como Matatías, y tan humil. de como él era? ; Habria valor, señores, para resistir á un hombre en quien resplandecía la penitencia de los Estilitas, la abstinencia de los Pablos, la oracion de los Ambrosios, el poder de hacer milagros delos Tau- maturgos ? Yo no sé si alguno de vosotros dexaria de rendirse á la predicacion de Francisco, viéndole se- guir á los Apóstoles en el deseo de amplificar la reli- gion, imitar á los mártires en la ánsia de derramar su sangre, acompañar á los confesores en las fatigas de su ministerio, y poseer con las vírgenes la purísima “azucena de la castidad. Tengo para mí, sin duda, que por mas protervos que fuéseis, le seguiríais á todas partes, le obedeceríais en todas las cosas, y en- mendaríais la vida. Pero no penseis, amados mios, que estas victorias de Francisco le costaron pocas fatigas y desvelos. Na- da menos: viajó el Santo repetidas veces por Italia, atravesó la Francia, anduvo gran parte de España , y en todas partes dexó eternos monumentos de sus tra- bajos por la conservacion de la fe, Predicó 4 toda cla- se de fdo moros, á judíos, á hereges, á cristia- nos, Predicó á sábios, á ignorantes, 4 grandes y á pequeños. Predicó al mismo Papa y á los Cardenales; anunció el Evangelio al Soldán de Egipto , atravesan- do por todo el exército de los moros, expuesto milla-. res de veces á la muerte. Luchó años enteros con los demonios que le atormentaban con golpes, con espan- tosy con tentaciones, Le tentó satanás de vanidad con el aplauso delas gentes; pero el Santo se humillaba hasta la tierra. Le tentó de interés ofreciéndole rique- zas; pero el Santo las reputaba por estiércol. Le tentó de gula; ofreciéndole manjares ; pero el Santo le ven-
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