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pe SanTA Lucia VirceN Y MártIR. 189 vierten muchos á la fe predicándoles Lucía desde las llamas; y finalmente, llegándose la hora deter- minada por Dios para coronar aquella grande alma con la laureola de los mártires , permite su adorable Providencia que irritado un verdugo se acerque á la Santa , y que con su espada la atraviese la gar- anta. No murió entonces nuestra incomparable Lu- cía (por haber pedido á Dios que prolongase su mar- tirio) sino que recogiéndola los cristianos , y lleván- dola á una casa , recibió el divino Sacramento, y acabando de comulgar voló aquella alma dichosa. á los alcácares eternos, _dexando vencidos y postra- dos á sus furiosos enemigos : Odisti que in mundo. sunt , et coruscas cum ABI bd proprio inimicum vicisti. y 403 á parece que le peo. pes a, : impandea $ Mulierem fortem quis inveniet ? ¿No la habeis visto bien claramente acometiendo á tres enemigos, con- siguiendo tres victorias, y alcanzando tres coronas? Las pasiones rendidas por” su oracion spoolepolss. el mundo despreciado con sus máximas , h placeres, el demonio vencido con sus astucias y mi- nistros ; y Lucía coronada con la laureola de Vírgen, por su limpísima castidad , coronada con la laureo- la de los confesores por su libertad en confesar la fe y defenderla, y coronada con la laureola de los már- tires por haber padecido por Jesucristo el mas ilus- tre martirio. Y bien ,"señores , ¿habrá llegado el felíz momento de mudar de conducta, de enmendar la vida á vista de un exemplar tan heróico? 3 Podréis alegar alguna excusa que os justifique para no imi-=- tarle ? Este era aquel poderoso convencimiento á que no hallaba salida el gran Padre San Agustin. Veía el Santo muchos jóvenes y doncellas que guardaban para ser la quando decia: 1.»

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