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EA del Señor, 4 st sus pa siones,al 6 sus pasiones con la oracion y penitencia : al mun- pe Saura Lucia VirceN Y Mánrir. 17» ahora á Dios que nos.conceda , por la intercesion de María Santísima ,-los auxilios de su divina gracia para hablar dignamente de la gloriosa Santa Lucía, y con aprovechamiento de nuestras almas. Salude- se0— á lapReyas del cielo, diciéndola con el Angel AVE MARÍA 4 43 Qué expectáculo. tan admirable y asombroso! | Ue doncella joven, delicada ,, Ay arta Se , Y llena _de hermosura, sale al encuentro 4 tres formidables enemigos, cuyos funestos estragos pusieron en dos el cielo, llenan de horrores y calamidades l: tierra , y de infelices prescitos el infierno. ¡Qué ex-' proto. ptas tan Pel de Ayesicas atenciones! do con el desprecio de sus riquezas, y de sus máx?- mas y placeres; y al demonio con la fe y fortaleza cristiana. qn los eN , y escuchad—- me con atencion. der Al ni En I. El hombre en suo 1 no era, como lo es ahora, un compuesto del bien y del mal, de vicios y de virtudes. Su alma pura, inocente é inmaculada, no se hallaba entonces sujeta á todas las miserias que al presente nos humillan.. Dom tamente sus pasiones con la razon y la ley, sin que se pa se alguna á perturbar suo it ó deso! Era ciertamente el hombre. en el estado: re _ inocencia dueño de sí mismo. Pero en el momento mismo en que se rebeló contra Dios. » desobedeciendo á su precepto soberano, sintió. tambien en sí mismo la rebelion de sus pasiones: quedó. su carne corrom- pida por el pecado, y enemiga de las leyes de su es- píritu: quedó su entendimiento lleno de tinieblas, su TOMO Il. Z
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