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160 ; SERMON X. to, ningun mal deseo alteraba su voluntad, nin= guna enfermedad disminuía la fuerza de su libre alvedrio ; ni sus esperanzas eran combatidas de te- mores , ni sus pasiones afligian ó perturbaban sy corazon. Dominaba , como dice ta Escritura , á los peces del mar, 4 las aves del cielo,y á las bes= tias de la tierra. Era en fin, en su cuerpo y en su alma un acabado compendio de todas las per- fecciones. Toda la ley que se le habia intimado se reducia 4 un mandamiento tan fácil de observar, que le era impuesto mas como señal de sugecion, que como yugo de servidumbre. Moisés, el mas antiguo de los autores,.el mas sublime de los fi- -_lósofos, el mas sábio de. todos los egisladores , de- lineó esta grande perfeccion de nuestro primer padre Adán en estas breves palabras (a) : crió Dios al hom- bre, y le: hizo á suimágen y semejanza. Sin embargo., oyendo:«Adán las palabras de su muger, á pesar de. todos. los sentimientos de su co- razon, y contra todas las luces de su imiento Y d . -.” , rompe aquellos estrechos vínculos que le unian 4 Dios, y con pleno conocimiento y entera voluntad se precipita en una ofensa grave del Señor : ofensa que fue principio y orígen de todas nuestras cala- -midades y miserias. Pues hallándose nuestras vo- luntades contenidas en la'suya como en nuestra ca- beza , pecando él pecamos todos , como dice el Apóstol, y entrando la muerte en el mundo por el pecado, y pasando de cuerpo en cuerpo, y de es- píritu en espíritu, ha causado un trastorno y aso- lamiento universal en toda la tierra. Apenas em- pezamos á ser , quando ya somos pecadores , ya somos hijos de íra por naturaleza, como dice el (a) Creavit Deus hominen ad imagine suam: ad imaginen Dei creavis illum Gen. C.4. v. 27. | |

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