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152 SermoNn IX. ¡ Dios, 4 cuya semejanza ella espera resucitar y sa= lir de aquel sepulcro de tormentos á una nueva vida, Figurad que su entendimiento contempla en la ad- mirable Ascension del mismo Jesucristo á los cie- los para sentarse á la diestra de su eterno Padre con una gloria inmensa , ¡qué reflexiones tan llenas de consuelo formará , figurándose que vendrá en breve un dia felíz en que ella subirá tambien á los pa- lacios de la gloria para gozar de Dios eternamente! ¡Qué consuelo entre sus llamas pensar que así como baxó el Espíritu Santo sobre los Apóstoles para lle- narlos de sus dones , así tambien descenderán sus misericordias sobre aquel pavoroso calabozo para romper las cadenas que la oprimen , y ponerla en libertad! ¡Qué alegría para todo el Purgatorio con-= siderar la Asuncion gloria de María Santísima á los cielos, y su admirable coronacion como Reyna de todo lo criado, y que como tal Señora y tesorera de todo el poder del Omnipotente enviará á sus An- geles para que las socorra, presentará á su Hijo las oraciones de los vivos por las almas de los difuntos, y no se desdeñará su amor de baxar personalmente á consolar y sacar aquellas afligidas almas que pa- decen en tan tristísimo lugar! Finalmente, reflexio- nad vosotros, ¿si puede darse cosa mas útil para las almas del Purgatorio que la proteccion de María Santísima, conseguida por la meditacion de los mis- terios gloriosos del Santísimo Rosario? ¿Y- qué? ¿lo han sido menos para las agonías de la muerte los misterios dolorosos, y para los trabajos de la vida los misterios gozosos del mismo Santo Rosario? No por cierto. Vosotros mismos lo habeis oído y confesado que es así, allá dentro de vuestro mis- mo corazon: yo no tengo necesidad de detenerme en repetirlo. Lo que importa, amados mios , es tener en el corazon y en los labios esta utilísima devocion:

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