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pr La NArIviDAD DE NUESTRA SEÑORA. 1$) la caridad; en la fe, en la bumildad, en la castidad, y en la práctica de las demas virtudes cristianas. Es- te culto de imitacion es el que principalmente reco- mienda, y manda la Iglesia 4.sus hijos, y este cul- to no puede ser verdadero sino se trabaja sériamen- te en destruir en nosotros el pecado, y en hacernos agradables 4 Dios con una vida arreglada á las má- ximas del Evangelio. ¿ 105 ODAS3Gu o -Ved:ahí, amados mios, el modo de ser verdade- ros hijos de la: Virgen, tan castos como la Virgen, tan modestos: como la Vírgen, tan caritativos y mi- sericordiosos como la Vírgen; y aunque nuestra fe, nuestra paciencia, nuestra mortificacion y nuestra conformidad con la voluntad de Dios disten tanto de la perfeccion que estas virtudes tenian en la Vír- gen, 4la menos no nos opondremos á ellas con una vida relaxada , y llena de desórdenes. Así la invo- caremos confiadamente, sabiendo y confesando su poderosa intercesion para consu Hija Jesucristo Dios y hombre verdadero, y así últimamente la amare- mos cardialmente , aliviándola sus penas con la en- mienda de nuestras vidas, y amándola con un amor oficioso para promover su gloria: con un amor ge- neros: para arrojar de nosotros quanto sepamos que la disgusta , y con un amor fervoroso para practi- car grandes virtudes en su obsequio, Siende nosotros de este modo verdaderos hijos, la Vírgen continuará en ser verdadera madre nuestra, rogando por nos- Qtros , pidiendo en el cielo por nosotros, y ofrecien- do al eterno Padre ne solo sus virtudes , sus méritos y sus privilegios, sino-los infinitos méritos de Jesu- cristo, su Hijo Dios y hombre verdadero. Entonces experimentaremos todos conla mayor evidencia que la Vírgen ha nacido para ser verdadera Madre nues- tra», y nosotros para ser verdaderos hijos suyos. Aquí teneis , Señora mia dulcísima , nuestros co- TOMO 11, | S

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