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Y Ls .mo> e DE LA NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA. 135 mucho y nos sufre mucho. La grandeza de su amor para nosotros, ya la habreis podido conocer por la grandeza de las obras que por nosotros ha hecho; y lo mucho que nos sufre facilmente se percibe, por- que esperando justamente la Vírgen nuestro agra- decimiento, no ha experimentado sino una negra ingratitud , y un reprehensible olvido de sus mise- ricordias. No ignorais lo que sucede ¿una tierna madre quando por acaso se encuentra con el ins- trumento desgraciado de la muerte de su hijo; y al ver de repente delante de sí al asesino, tiembla , va- cila, se queda pálida, el corazon palpita, hierve la sangre, y toda la economía: de los movimientos internos se desconcierta. ¿Pues qué efecto esperais vosotros que haga en el corazon de la Madre de Dios, el ver á sus pies tantos falsos devotos, que en vez de amarla como á la mas amable de todas las madres, la hemos atormentado mil veces crucifi- cando de nuevo 4 su dulce Hijo con nuestras.:cul-, pas? ¿Qué dirá la Vírgen al ver en su templo casi otros tantos asesinos de su Hijo soberano, quantos somos los cristianos que concurrimos en pecado? ¿Se= rá esto amar á la Vírgen ,ó atorme tarla con nues- tra presencia? ¡Ay , quántos males ha. causado en nosotros el pecado por mil modos diferentes, -tan dolorosos como poco considerados! bl Es menester invocar á la Vírgen confiadamente: sí Señores. Yo confieso ingénuamente esta verdad.de fe, que Dios Padre ha puesto-en las manos-de su Hijo Jesus todas las cosas: Omnia dedit ei Pater: in manus (a). Solo Dios es el autor y soberano dispen- sador de las gracias y las misericordias: él solo tie- ne el poder de independencia para distribuirlas 4 sus criaturas segun el decreto de su adorable yolun= 1085, 21 US O19bc Ti Y MSX - 17 3 GI | a)oc Joni a vez 00 RNE FA

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