BCCPAM000538-4-27000000000000

+ pe La NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA. 133 ria la Señora , que no hubiese pecado en el hombre; pero ¡ay Hijo mio!... ¡ay mi Dios! ¿Un Dios muer- to, para que el hombre viva? No, no puede sufrir mi corazon que mi Dios sea crucificado entre dos ladrones... Mas si no muere mi Dios, perecen mis hijos los hombres; pero ¡ay! las entrañas de Ma- dre no me lo permiten. ¿Qué he de hacer? Quisie- 12... ¡O angustias! Es menester resolverme. Pues muera mi Dios y mi Hijo amado, si con esto se des- truye el pecado de los hombres. Ahí está: dexe yo de ser su Madre muriendo Dios-, porque vivan mis hijos los pobres pecadores: Fiat mibi secundum ver- bum tuum (a). | EA ; Sois insensibles, amados oyentes mios? Á no serlo mas que las piedras , parece imposible que no experimenteis conmovido vuestro corazon por la fuerza del agradecimiento á una Madre que sacri- fica por vosotros sus virtudes, sus privilegios, su vida y su alma, sacrificando á su Hijo amado y Dios verdadero, que era el alma de su vida, la vida de su alma, y el magnífico bienhechor que la dió sus virtudes y privilegios. Sí, vosotros no po- deis negar que la Vírgen ha cumplido heróycamen- te con el encargo de ser Madre nuestra. Oxalá cum- pliésemos nosotros con la obligacion de ser verdade- ros hijos suyos ; pero ésta es la materia del SEGUNDO PUNTO. Todos sabeis como una verdad de fe, que es- tando nuestro amable Redentor para espirar en la cruz , encargó á su Madre que nos recibiese por hijos en la persona de San Juan , diciéndola : mu- ger, ve ahí á tu hijo; y despues dixo al discípulo (a) Idem ibid.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz