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e DE La NATIvIDAD DE NUESTRA DEÑORA. 131 le se empezaban á executar mas de cerca las ma- ravillas de Dios, creo que atónitos y confusos se: dirian de esta manera unos á otros: los cielos se conmueven , y todo el órden admirable de las ce- lestes gerarquías parece que se perturba, el Om= nipotente quiere hacerse siervo , y siervo de una vil criatura que es el hombre. Para esto ha criado ya una alma purísima y perfectísima , y la ha adorna- do de tantas gracias y de tan preciosos dones co- mo corresponde á la que ha.de ser Madre de su mis- mo Criador. ¡O que misterio tan grande! exclama- rian todos. Se interrumpen las leyes del universo, y se dispensa en los estatutos de la naturaleza ; porque una estéril concibe, y en los años ya provectos se halla el fruto de la juventud. Hoy empieza á exe- cutarse el plan que delineó la sabiduría suprema: ya se ve en el mundo la primera piedra de esta gran- de obra. Nació la Madre de nuestro Dios, y él pro- seguirá executando el resto de la fábrica delineada, que toda va dirigida á la eterna felicidad del hom- bre, para que venga á poseer las sillas que perdió la soberbia de nuestros compañeros. ¡Bendito sea Dios en sus consejos admirables! Bendito sea, res- ponderian todos atónitos de admiracion. Dios quie- ra que sepan los hombres agradecer tanto amor, y aprovecharse de tanta felicidad. Estos loores y estos deseos serian el término de las admiraciones de los Angeles, mirando todos á la recien-nacida con asombro , al verla predestinada para Madre de los hombres, y Madre de Dios. . ¿ Y ha de decirse, ó hombre , que es tanta tu in- gratitud que venza en cierto modo con su brutalidad las admirables ideas de la Providencia? El nacimien- to prodigioso de María, y los pasmosos misterios que se siguen de todas esas obras del brazo de Dios, las dirigió al bien de tu alma; ;¿ y - no has de dirigir | 3 A

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