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-126. <SermoN VIII rá un bello pco sin extender á'trechos por el lien= zo ciertas obscuridades y sombras, que aunque en sí mismas parece que afean, sirven maravillosamente para avivar los, colores y sacarun todo perfecto, me parecia á mí deberse hacer lo: mismo en el arte de persuadir, para que 4 la vista de las sombras que acompañan 4: nuestro nacimiento resplandecie- sen mas las luces del nacimiento de María Santísi- ma nuestra madre. Representaos por tanto una cria= tura en el instante que nace, y vereissu triste situa- cion en el estado de la naturaleza corrompida en que todos nos hallamos. Su sér físico y moral no presenta mas que horrores y desventuras. Los sen- tidos de su cuerpo son de una contextura tan débil y sin fuerzas , que nada distingue con sus ojos ,nada articula con su lengua, nada mueve con sus manos, ni sabe dar un paso con los pies, desnuda á las incle= mencias de los elementos , desarmada para resistir á sus contrarios, expuesta 4-morir a | tro, y sin poder para evitar los peligros , ni aún para precaverlos. Las potencias de su alma , abis- madas en un adormecimiento funesto, no despier= tan en muchos años , y quando llegan á obrar solo es para conocer: que su entendimiento está lleno de ignorancias, su voluntad de concupiscencias, su co- razon de pasiones, su espíritu de ilusiones y de er- rores, Una eriatura en su nacimiento , es un heredero de un hombre: prevaricador, es un hijo de íra por naturaleza, es un rado del cielo, y un ene-. mo Ja de Dios. os Y E Tan espantosa y funesta es, aeñores, puestra si- tuacion apenas salimos del imaterno albergue, donde estuvimos aprisionados , y en una perpétua obscu- ridad por el dilatado espacio de nueve meses. Así nacieron los ricos, así los pobres: de este modo na- - Cieron los Monarcas mas poderosos que hicieron des-

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