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DE LA NATIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA. TII PRIMERA PARTE. e nt 1 a s] HO B: vol He dicho poco bl ade nada hay.mas facil que formar el verdadero elógio dela Vírgen María , di- ciendo que hoy nace para ser Madre de Dios ; pero ahora afirmo que nada hay mas dificil que compre- hender ésta eminente grandeza. Son tan admirables las verdades que la religion cristiana nos enseña, que si pretendemos alcanzarlas por otro camino que por el cautiverio del entendimiento en obsequio de la fe, como lo manda el Apóstol , quedaremos opri- midos de su gloria. La existencia de un Dios trino y uno, la eterna generacion del Padre, la Encarna» cion del Verbo, que esel Hijo, la divinidad el Es- píritu Santo, la unidad de la divina Esencia, la tri- nidad y distincion de las personas y otras verdades como éstas , debemos creerlas , debemos pública- mente confesarlas, debemos dar la vida, si fuese ne- cesario, en obsequio de nuestra fe; pero comprehen- derlas no podemos. No de otra suerte es justo dis- currir en el presente asunto. Hallamos en el Evan- gelio de este dia quede María nació Jesus: De qua natus est Ffesus. Vemos expresamente definido , con- _tra el heresiarca Nestorio , en el sacrosanto Conci= lio Efesino , que María es Madre del Divino Verbo, y quees verdadera M dre de Dios. Ved aquí nues- tra fe divina : ved aquí lo que creemos y confesa- mos ; pero elevarse el entendimiento á penetrar este adorable misterio , es pretender un imposible, es querer explicar lo que es esencialmente inexplica- ble, Intrépidamente lo asegúró, decia San Bernardo, que ni la misma Vírgen podria explicar perfecta- . “mente lo que es ser Madre de Dios : .4udacter dico, quod nec ipsa plane Maria potuit explicare. Con efecto, amados mios, aunque yo refiera quan»

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