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48 11993 SErMON III. | tros mayores , en órden á dar culto á los Santos y sus reliquias. Reconoced la gloria de incorruptibilidad ue Dios concede á muchos , como á los Narcisos de rona , los Diegos de Alcalá , las Teresas de Jesus: y otros innumerables: reconoced la gloria del culto en la sangre de Pantaleon en Madrid , de Genaro en Nápoles , de Leocadia en Toledo , de Ildefonso en Za- mora , y otros infinitos en todos los reynos y provin- cias : reconoced la gloria de la antigii-dad de Jero- teo en Segovia , de Torquato en Guadix, de Cecilo en Granada , de Fulgencio en Cartagena , de Leandro: en Sevilla , y otros sin número de que nuestra Espa- ña se mira gloriosamente enriquecida : reconoced, una y otra gloria , la incorruptibilidad , el culto y antigiiedad en las santas cabezas de muestros már= tires Emeterio y Celedonio (a); no olvidando que es- te culto para con nuestros Santos le habeis recibido sin duda, á las escrituras mas auténticas , á los mo= numentos menos sospechosos que pudieran exhibirse. econozcamos , pues , esta gloria que da Dios mues- tro Señor , no solo á los sepulcros de los mártires, i= no tambien á sus reliquias ; y pasemos á deciros bre- vemente la que da aun á los mismos instrumentos su martirio. dde aid pa ia - Es indubitable que la cruz de Jesuchristo era es- cándalo para los judíos , y una locura para los genti- les. Antes que Jesuchristo la ennobleciese con el con- tacto de su sacratísimo cuerpo , era un instrumento de maldicion y de infamia para los que morian en ella. La misma ley pronunciaba anatema contra los crucifica- dos : dictus homo qui pendet in ligno. Pero des- pues que el Señor la hizo cátedra para enseñarnos (a) Sciens ¿ que didiceris Epist. 1. D. Paul. a Tim. c. nx. Y 14 Y |

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