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DE LOS SANTOS EMETERIO Y CELEDONIO. 45 tirio. Tal vez esto que pasa delante de nuestros ojos podrá movernos mas á-buscar eficazmente lo que sola- mente miramos entre las magestuosas sombras de la fe. ¿Y á la verdad , christianos mios, á quién no moverá ver los sepulcros de los mártires mas sun- tuosos y magníficos que los palacios de los Empe- radores ? Y no hablo solamente de la grandeza y hermosura de sus fábricas , sino de lo que es mas considerable , del respeto y veneracion de quantos vie- - nen en tropas á visitarlos. ¿Qué es ver , decia San Chrisóstomo , á los Reyes mismos acercarseá los se- pulcros de los mártires , doblar sus rodillas , inclinar su cabeza , y despojándose de todo su fausto dirigir á los Santos sus oraciones para que les sirvan de pro- _tectores para com Dios? ¿Qué cosa mas admirable que el que ayer era un mísero pecador , sea ya hoy un mártir ilustre , cuyo sepulcro velen los Monarcas en compañía del pueblo como velan las guardias en el palacio de los Reyes? ¿Puede darse mayor glo- ría que ver los» ricos y los pobres , los noblesy. los plebeyos , los sabios y los ignorantes , hombres , mu- geres y niños acudir á competencia á los santos se- pulcros , ofrecer dones , colgar en sus paredes mo- ed numentos o cielo por la intercesion de aquellos Santos? Supo- ned que ellos hubieran querido hacer gloriosa su me- moria por las armas ó las letras , y que feuorecién. doles la suerte hubieran arritado al mayor colmo de la felicidad mundana : que bubieran mandado los reynos , dado todos les empleos , y gebernado los Monarcas á su arbitrio; ¿por ventura hubieran lo- grado o esto hacer glorioso su sepulcrot ¿Se diria de ellos: Et erit sepulcrum ejus gloriosum? ¡Ah! Mu- chos siglos ha que habria desaparecido. su memoria.