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DEL B. Fr. LORENZO DE BrINDIS. 365 á Dios en compañía de sus vasallos con tanta fuerza y tan verdadera contrición , que movido el Señor á mi- sericordia la use con mosotros , sacándonos de los in- minentes riesgos que nos: cercan? ¿Quándo ha de ser esto? ¿Qué? ¿el apuro , el peligro , la necesidad no son universales? Sí. ¿Pues por qué no lo será el remedio? ¿Quándo pues, hemos de aplicar éste? No lo: sé; pero has- ta entonces no tenemos derecho para contar á Dios en el número de nuestros aliados. Esto era la materia del PUNTO SEGUNDO. - : ¿No penseis que quando propongo como principal remedio de nuestros males el hacer á Dios aliado nues- tro por: medio «de una verdadera conversion que nos agencie su amistad , pretendo que desestimeis los otros medios y recursos humanos que prescribe la razon. No, señores. Mas ha de un año que enmedio de la Corte levanté mi débil voz para hacer entender á todos que era una temeridad y tentar á Dios hacer la guerra á la Francia «sin contar cón buenas y numerosas tropas, con xefes prudentes , valerosos , experimentados , y con oportunas y abundantes provisiones de víveres, vestuarios y municiones. No fuí profeta , pero anun- cié la verdad ; y las repetidas derrotas de nuestros exércitos , la pérdida de nuestros pueblos, y el incen- dio de nuestras casas que despues hemos experimen- tado , han justificado con harto dolor nuestro aque- lla mi proposicion. La dixe enmedio de la Corte , y la repito ahora en esta nobilisima ciudad. Seria tentar á Dios despreciar las negociaciones y alianzas que no pueden servir de algun provecho, valiéndonos de ellas por principios de una mal entendida y reprobada po= lítica , sino conforme al dictámen que prescribe la pru- dencia. y nos dicta la razon, No siempre quiere Dios hacer milagros : quiere siempre sí favorecernos ; pero exige de nosotros que pongamos de nuestra-parte la Vs

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