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358 SErRMON XXII. ro , de Maria Santísima Madre de Dios y señora nues- tra , y de todos los Santos y Santas del cielo; y para alcanzar de su Magestad salud, gracia y acierto en nuestros Soberanos y sus Ministros, triunfo en nues- tro3 exércitos , seguridad en nuestras posesiones , sa= lud en nuestros cuerpos , y gracia en nuestras almas, Para lograrlo todo imploremos los'auxilios del Espíritu Santo, por la intercesion de la Virgen: AVE MARIA. PUNTO PRIMERO. ) Ciertamente nos engañámos mucho quando en las calamidades públicas ó particulares tememos por autores de ellas 4 los que no son mas que instrumen- tos, en la mano de quien nos castiga. ¿Qué cosa, por tcabajosa que sea, habrá en la ciudad que no venga de la mano del Señor? dice un Profeta (a). Su.volun- tad santa y adorable , tocando suave y fuertemente de fin á fia, se cumple en las operaciones de todas las eriaturas , desde la Que es mas insensible hasta el ra- cional mas exped despejado, Si el fuego que- ma, si la tierra se Era on violentos sacudi: mientos , si el ayre nos atribula con borrascas espan- tosas , si el agua se escasea en los campos , si los este- riliza , Óó. los inunda con impetuosas avenidas : si la nieve ¿el granizo, el yelo , la sequedad, el calor, los dolores: ó.la peste nos afligen, -no atribuyamos estos golpes 4 las «malignas influencias de los astros , á los efluvios fétidos: de: los lagos , ó al desórden ó contra= riedad de los elementos. Dios los mandó venir » Y o A e 2 menester acostumbrarnos á a. sa Y Y nod A CDin Lidia dl, de (a) Sierit malum in civitate, - quod Dominus non fecerit. Amos NN (b) Ignis, grando , mis n x gacies. ee. faciunt verbum ejus. Psalo. oxLyit. y 91

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