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238 2 SERMON XV. -.> , sacrilegos d2 la heregía? ¿Pero qué han pronunciado mis labios? Sin duda el zelo dela casa de Dios, que me consume y devora, me arrebató mas allá de los términos permitidos. No es este á la verdad el espíri- sn del Evangelio. Este es el espíritu de Elias, no el de Jesucristo, Este divino Señor ni se irrita , ni se queja : padece y su- fre los ultrajes que le hacen los hereges ; pero los tolera en silencio , porque no saben lo que hacen: Quod enim Faciunt, nesciunt. Es verdad , podia decir el Señor, que yo veo mi cuerpo arrojado en un lugar inmundo , derra- mada y pisada mi sangre , me veo atropellado en las es- pecies Sacramentales , siendo yo delante de quien tiem. blan las columnas de firmamento, y se estremece la tier- > pega] oemida, ue les prepa: a cn ys ida qn re apartado de mi felesia y , y en no haber. correspondido á tan grandes b:neficios; pero ellos ciegos con la he- regía no vieron los ultrajes que hicieron á su Dios, á su Redentor , 4 su Médico, y 4su divino Pastor : Quod enim esciunt. Mas sensibles me son los ultra- jes que me hacen: los ebiristianos que se apartan de mi mesa , los que se acercan á ella con imperfecciones , y a que atropellan sacrilegamente mi cuerpo y sangre, Es preciso, señores, confesarlo, Yo considero tres es- pecies de christianos que ultrajan sobremanera la sa- grada Eucaristía. Los que no la reciben con la disposi- cion debida , y los que sacrílegamente se abalanzan al santo altar. Dios nuestro Señor se queja de ellos, y voso- tros debeis mirarlos con horror. Y ála verdad, que el in- fiel desconozca al Sacramento , que el judío huya de su

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