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| | , e] Ñ 8 , 105 E 4 SERMON VII. do Hijo se servia: -la vimos con la corona de espinas en una mano, los clavos en la otra, y puesta de ro- dillas repasar en su 1 fia los atropellamientos de la soberána persona de su Jesus, verdadero Dios, y súr verdadero Hijo: vimos ocupado su. espíritu con los melancólicos objetos de las cárceles, las prisiones , las bofetadas , las salivas, los azotes , las espinas ¿los cla= vos, la cruz, la lanza, y los demas crueles instrumentos que sirvieron para atormentar á su amado : la mimos representársele vivamente la ferocidad de ll Vedas ; gos , la envidia de los sacerdotes, la iniquidad de los Jueces, la dispersion de los Apóstoles, el espanto de las Marías , la negacion de San Pedro, la traicion de Judas , , Su avaricia, su desesperacion , su muerte pé- ¿y su cond Todos estos recuer- dos de aflicción que á un mismo: tiempo atormenta- ban al ulma de Maria, pudiendo decir ¡mejor que Job: Mirabiliter me crucias , maravillosamente,' Dios mio, me atormentas, ya dos dexamos insinuados, aunque muy. e , el viérnes Santo. No-tene- mos necesidad e tepetirlos , “tanto ménos quanto ya hoy con la vista de Jesus resucitado. podemos consi- derar en la Virgen renovado su espiritu, recobradas sus fuerzas , restablecida su antigua serenidad, y su grande alma participando de la gloria que le causaba la presencia de su Hijo, lleno de claridad , lleno de im “y “sutileza «de poder, ; magestad , y de hermosura incomparable. Sin embargo, así como el alma de Jesuchristo en el estado de viador gozaba dela vision beatífica por Xi union de la naturaleza humana con la divina , y al mismo tiempo padecia en el cuerpo y en el áltma atro- císimos dolores ; del mismo modo, aunque el'alma de la Virgen estaba llena de felicidad con la resurreccion de su amado Hijo, viendo sus admirables efectos en la reunion de los Apóstoles dispersos y asombrados, en la predicacion de su santo nombre por el: 2... en la ! | 1 '

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