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6 0 i Exercicios ESPIRITUALES. táridole cómo una negra ingratitud á la bondad in. finita de Dios, como una perfidia opuesta á su ver- dad eterna, como un desprecio a su Magestad sobe- rana , y como un sacrilegio cometido contra su san- sidad perfecta. Ved con quánta razon nos encarga S. Pablo que corramos sin cesar hasta conseguir cl premio. Acordaos , pues , del mundo que habeis dexado para aborrecerle, y jamás se apartará vuestro co- razon de la santa perseverancia. Mas no equivoqueis mis palabras. No éntendais que yo'hablo de este mundo material y fisico qué Dios 'nuéstro Señor ha criado con tan patentes muestras de su sabiduria su poder. No señoras. Nosotros no podemos ni de- bemos aborrecer todo aquello que Dios ama; por- que es bueno, y la sahta Escritura nos enseña. que en el principio crió Dios el Cielo: y la tierra con to- dos los séres que adornan esta hermosa máquina del universo: todos los vió el Señor , y eran muy bue- nos: vidir Deus cuncta que fecerat, cet erant. valde bona. No aborrece su divina Magestad las obras de sus manoós-, ni vosotras debeis mirar con horror las criaturas que produxo su Omnipotencia. El mundo que debeis''aborrecer' es aquel que Dios no crió, y que contra Dios subsiste : aquel mundo de los hom- bres malos é iniquos como decia, San Agustin : aquel mundo que "no quiso conocer 4 Jesu-Christo,. y. por quien Jesú-Christó no rogó á su Eterno Padre , segun consta del Evangelio: aquel mundo que aborreció 4 «Jesu“Christo , y aborrece á todos sus seguidores: aquel mundo de tinieblas como le llama el mismo, $. .Agus- tin ; aquella tumultuosa muchedumbre de. gentes que no tiene otro movil que el interés: otra regía que sus pasiones, otras máximas que la ley de la naturaleza corrompida con el pecado : aquella multitud que se llama christiana , desatendiendo enteramente las obli- gaciones del christianismo, en quienes el vicio ocu- pa el lugar de la virtud , y las malas costumbres el
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