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DiA DÉCIMO. 387 terin” torrais trás Tas misérables satisfacciones de: las ériaturás ? ¿Es posible que os espánté la” penitencia 4 lA vista de tanta gloria? ¡Dichiosos trabajos monásticos, que serán premiados con tanto descanso! ¡Dichosos sudores, que causarán tanto reposo! ¡Dichosas humi- Nlacionés, que se trócarán en tanta honta! Ánimo, pues, Señoras , para conseguir el Cielo. Pensad'con fregiien- cia en el Ciéeló, y pedid 4'Dios que 'ós conduzca al Cielo. “Allí no solo hallareis todos los bienes: allí no solo encontrareis todos los bienes en el estado mas perfecto, ¡sino que los hallareis y 108 poseeréis por' tos dos los siglos. Esta es: la tercera y Última verdad de qué procuraré dáros “alguna idéa:, quando os diga que En el. Cielo todos los bienés son “eternos. Grandes “cosás y muy: gloriosás son las que'se han pensado , se han hablado ¿ y «se han escrito del Cielo, que es la: ciudad de Dios, decia el Santo Rey David. Gloriosa dicta sunt de te civitas Dei. Los Padres de la Iglesia, los escritores eclesiásticos han agotado los raudales de su eloqiiencia tratátido de la mansion de la paz, del lugar del descanso, del santo y recíproco'amor que allí reyna y del número delos bienaVenturados , de las perfecciones de los Ángeles, de la grandeza y her- imosura de aquel dichoso lugar, y de la perfecta feli- cidad que allt se “goza; pero excede mas la "realidad á4 lo que el éncéndimiento comprehende y la lengua explica, que la'luz á las tinieblas , y 4 la tiérra el Cielo. La condicion sola de que “aquellos bienes puros, per- fectos y sin mézcla de males, son eternos, los hace tan estimables como incomprehensibles. Ningun mor- tal há podido explicar jamás con toda exáctitud lo que es lá etérnidad. Han hablado , han escrito han predicado de la 'etérnidad, y la éternidad se 'ha*que- dado indefinible como lo ha estado siempre ; pero aun- que ésto sea verdad , todos comprehendemos que un Ccc 2
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