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DIA DÉCIMO: 369 rigida y penitente, que quiera suponerse, que exija tan- ta vigilancia, tantos desvelos, tantas fatigas, tantos exercicios penosos , tanta sujecion y dependencia , tan- tos sacrificios de sus comodidades , de su reposo, de su salud y aun de su vida, como los que abrazan la profesion de las armas en servicio de los Príncipes en la corte y en los palacios , las faenas de unas nave- gaciones dilatadas y borrascosas , y Otra infinidad de ministerios en que se ocupan Jos hombres en el mun- do? Si no obstante esta inoumerable multitud de tra- bajos y de afanes inexplicables se abalanzan á ellos y los toleran por un pedazo de pan , por una colocación temporal, por un grado de honor, por una idéa de gloria aparente y pasagera; ¿cómo llega á tal ex- tremo la ilusion de las personas religiosas, que por un bien eterno, por una gloria verdadera y sin fin, no han querido ser fieles á su vocacion, ni cumplir sus obligaciones suaves y ligeras, ni aprovecharse de tan- tos medios como la misma religion les suministraba? ¡Qué! ¿es Dios ménos apreciable que la criatura ? ¿el Cielo que: la tierra? ¿la gracia que el pecado?.¿ la glo- ria que el infierno? ¿Qué sentencia puede esperar una alma despues de una reconvencion tan triste? Los pecadores del mundo , los justos del siglo , las perso» nas virtuosas de su órden, ella misma quando en los principios: de su vida religiosa vivia con tanta obser- vancia y despues con tan grande relaxacion, todos clas marán ; Justo sois, Señor y rectos son vuestros juicios. Vos colocais en vuestra gloria las almas religiosas que vivieron pobres de espíritu , que fueron mansas y hu- mildes de corazon, que usaron de misericordia con sus hermanas , que tuvieron hambre y sed de la observan- cia monástica, que se mantuvieron en perpétua con- tinencia , que se negaron á sí mismas, que renunciaron todas las cosas, que tomaron su cruz y siguieron á Je- suchristo. Todas estas almas virtuosas conseguirán en el Cielo Aaa

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