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DIA NONO, 329 Dios que nos crió! ¡Qué infelices seriamos si no le amá- ramos tambien continuadamente! Pero ésta era la ma- teria de la Tercera parte. Es una verdad de fe, venerables Religiosas , y que mos llena de inexplicable consuelo, que Dios nuestro Señor nos ama desde su misma eternidad. Ántes de criar el mundo, ántes de poner los fundamentos á la tierra , ni rodearla con los Cielos, ni alumbrarla con los astros del firmamento , ni regarla con los mares, los rios y las fuentes; ya nos tenia en su divina men- te, ya nos amaba: despues que nos crió nos ama, y no dexará un momento de amarnos en quanto eria- turas suyas; porque nada aborreció jamás de quanto sacó de la nada. ¿Podreis dudarlo, Señoras? Nos dá la vida del cuerpo porque, nos ama, nos dá la vida del alma porque nos ama , nos libra del infierno porque nos ama, nos ofrece el Cielo porque nos ama , nos dá su cuerpo, su sangre , su alma, su divinidad, y todos sus infinitos atributos porque nos ama: quiere estar y estará siempre con nosotros hasta el fin y consumacion de los siglos porque nos ama. Digamos sus mismas palabras llenas de amor : ln charitate perperua dilexi te; ideo atraxi te miserans tui (a). ¿A un amor tan eterno de parte de Dios no corresponderá un amor temporal, pero continuado de parte de nosotros? El Señor baxó del Cielo para encender su divino fue- go en la tierra, y desea, quiere y manda que ardan nuestros corazones en él. ¿Seremos tan insensatos que resistamos á su calor transformándonos en yelo? ¡Ay! No era esta la conducta de los hombres justos de todos los siglos. Pasad en silencio las peligrosas batallas de las virgenes en defensa de su pureza , las fatigas de los sa=; (a) Hiercaim. cap. 31: Y. 3. i Tt
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