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DIA OCTAVO. 27" te eterna, del infierno y de sus perpetuos llantos < innumerables tormentos. ¡Ó esposo de mi alma, y Dias de mi corazon! ¿qué pude yo merecer ante tu Di- vino acatamiento ántes de temer ser, para que con tanto cuidado me quisieseis prevenir , anticipándote con las mercedes sin cuento que me hiciste , guar= dándome de tantos males? Todo se ba de atribuir- tu gracia y bondad infinita con que me amaste, SIE haber méritos de mi parte. Ya que no me. hiciste criatura insensible, como árbol ó piedra, ni anima irracional , sino hombre criado á tu imágen y seme- janza y capaz de tu gloria , en tu mano estaba ser yo concebido de padres infieles , Moros, Judios, Hereges ó Cismáticos , y nacido en tinieblas , vivir y acabar la vida en la ceguedad de sus errores, y arder des- pues. en fuegos eternos, apartado de tu vista , como innumerables gentes que fuera del gremio de tu San- ta Iglesia se pierden y condenan. ¡Ó mi Dios y Se- ñor! ¿Con qué os pagaré tan grande merced , pues me alumbrasteis con la lumbre de la fé, naciendo prime- ro de padres católicos y cristianos? Quisiera el co- mun enemigo de la naturaleza humana ahogarme en el vientre de mi madre en siendo concebido; pero vos , mi amantísimo Señor , con aquel solícito cuidado que teniais de mí , en el punto que criasteis mi alma, la disteis un Ángel del Cielo que la guardase en el vien- tre de mi madre, y la defendiese de su enemigo. Gran- de merced es esta, pues destinasteis para que me sirvan y guarden á unos espíritus bienaventurados, substancias incorporeas , inmateriales é incorruptibles, que ven siem- pre vuestra cara , la de vuestro eterno Padre , y vues- tro eterno Espíritu Santo en el Cielo. ¡Quántos ha ha- bido que permitiéndolo vuestra divina Magestad , mu= rieron despues de ser concebidos , pero ántes de nacer, y por no haber recibido el agua del Santo Bautismo, están ahora, y estarán por toda la eternidad privados de gozaros en el Cielo por el «pecado original! Esta ma

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