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160 Exercicros ESPIRITUALES. nos. Ni. el mercader la pide, ni-el sastre la incomo+ da, ni los demas artesanos la atormentan. Con. la pre- lada se entiende, y la comunidad la provee de lo prén cis0., y con eso vive contenta en la salud y en la en. fermedad, en la yida y. en la muerte. No nos haga mos interminables.con la enumeracion de las penas que toto esto cuesta á los del siglo, Enfermedades , mé dicos , cirujanos , medicinas , asistentes , entierros, su» Íragios...., ¡ Ay ! ¿podrán conocer jamás. bastantemen- te los pobres y aun los ricos del mundo las ventajas que solo por esta parte les llevan los pobres de un mo» Dasterio $ Pero, venerables Religiosas , ¿se terminan aquí las ventajas de vuestra evangélica pobreza sobre la del si- glo? Nada ménos. Reflexionad por un moménto con- migo, y vereis que la pobreza del siglo es un manan- tial inagotable de pecados ,-y la del claustro un: asilo de vuestra inocencia. Suponed á un caballero distin- guido, á un oficinista laborioso, á un mayorazgo no- ble; suponedios, digo , en una urgencia, en un lance Me honor de donde es menester salir con lucimiento; Pero no hay fondos, ni quien preste un quarto. ¡Ó qué tentación tan terrible) Ella 4 la yerdad: puede ¡n= ducir a un hombre de bien á la mas enorme injusti- cia: á echar mano de un depósito que confiaron á su fidelidad : 4: omitir una partida en las cuentas, 4. su- plantar un documento de importancia, á usar de tram- pas en un juego, de engaño en un contrato, de per- jurio en una declaracion, ;Ó Dios inmortal! Mendiri- tatem ne dederis mihi, decia el mas sabio de los Re- yes : no me deis, Señor y grandes riquezas, porque po- drán precipitarme en el orghllo, en la soberbia y en toda maldad ; pero no me deis tampoco la pobreza. de los mendigos que arrastraria mi alma a la ¡Mpacicn- cia , al enojo, á la ira, y 4 la desesperacion. ¿Y qué? ¿ no estamos viendo ton demasiada frequencia que la pobreza ocasionó los hurtos mas horrorogos en los ca-

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