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Dra TERCERO. 127 tierra , ni en el infierno, quien le separe de la caridad y ardiente amor que profesaba á.su Dios: este hombre incomparable que no teme á los Angeles, á los hombres, ni á los demonios , teme 'á su propia carne, se recela de sí mismo , y aunque habia sido arrebatado al tercer Cielo, aunque habia sido enseñado por revelacion de Jesuchristo, y habia hecho tantos prodigios en el mun- do, todavía'se persuadió que necesitaba la mortifica= cion y los provechosos rigores de la santa penitencia pa- ra no perecer eternamente (4). Confieso , señoras , que este exemplar ¡ilustre me demuestra hasta la evidencia, la necesidad de la mor- tificacion virtuosa para mantener la pureza. El Santo sabia que Jesuchristo dixo en su Evangelio: si no hicie= reis penitencia perecereis todos. El Señor “habia repe- tido : haced penitencia: haced frutos dignos de peniten- cia. Sabia que esta obligacion á todos comprehende: á los pobres , á los ricos, á-los sábios y á los ignorantes, álos reyes y á los vasallos, á los justos y 4 los pecado- res: á éstos para que se enmienden y arrepientan: 4 aquellos para que se perfeccionen , y á todos para que se salven; y como era comprehendido en esta ley uni- versal quiso cumplirla. Esta misma verdad nos enseñan todos los mártires , todos los anacoretas , todos los San- tos Padres, en una palabra , todos los predestinados; pues á todos les fue preciso entrar por muchas tribulaciones en el reyno del descanso y de la perfecta felicidad. Vosotras , venerables Religiosas, os hallais por una particular providencia del Señor en un Monasterio, en que teneis á cada paso proporciones para practicar es" ta mortificacion. En el refectorio , en el coro, én la (a) Iste qui calestium virtutum , etiam si adversum se. mevean- tur , bella non metuit , aliquando vel carnem suam metuit, et ex ea consurgentes imsidias formidavit , et ideo pre ceteris omni- bus carnis insidie formidande sunt.... Origenes in epist. ad Ro- man. cap. 8.

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