BCCPAM000538-4-22000000000000
DIA TERCERO. 124 y las mortificaciones que se acostumbran, nos agencia- rán el triunfo. No lo dudemos : el retiro , la oracion y la mortificacion, son los remedios para mantener siem- pre pura la castidad. m 3 Dios nuestro Señor por los méritos de su purísima Madre me conceda que yo explique estas tres verda- des á mayor gloria suya, y utilidad de nuestras almas redimidas con su preciosa sangre. Retiro. Aunque el Todopoderoso ha sabido mantener la pureza de Judith en medio de un furioso exército de Asirios, la virginidad de Sunamitis en el lecho de Da- vid, y la castidad de Michol en compañia de Phaltiel, manifestando en esto su omnipotencia, y que ni las llamas del horno de Babilonia queman á los tres Jóvenes virtuosos , quando por la observancia de los divinos pre- ceptos se ven en estos peligros; con todo eso: debemos confesar que el órden comun y ordinario de la divina Providencia es mandar la huida de los peligros para no perecer en ellos: es no tocar la pez para no mancharse en ella : Qui amar periculum in ¿llo peribit (a): qui teti- gerit picem inquinabitur ab ea (b). Es menester, venera- bles Religiosas , para ser fieles al Señor , apartarnos de los peligros: es menzster huir los riesgos : es menester retirarnos de aquellas amistades , de aquellas conversa- ciones , de aquellos tratos y visitas que podrian aman- cillar el candor de nuestra pureza. Si es cierto que en compañía de los inocentes seremos inocentes , virtuosos y santos ; es no menos seguro, que al lado de los per- versos nos pervertiriamos (c). Esta obligacion nos in= tima clara y terminantemente su divina Magestad quan- (a) - Lib, Ecclesiast. cap. 3. (b) Lib. Ecclesiast. cap. 13. v. 1. (c)- Cum innocente inmocens eris, es cum perverso perverteris... Psalin. 17. Q
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz