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Xx pecador, y la preciosa de un justo: confesar la exis- tencia de un juicio particular y general, uno públi- co y otro secreto: uno que se hace despues de la muerte de cada uno, y otro que será en el fin y con- sumacion de los siglos: pensar sobre los biemes-ines- timables que Dios tiene preparados para premio de la. virtud, y sobre los suplicios eternos que serán el castigo del pecado: la memoria de estos novísi- mos, que tanto nos recomienda el Espíritu Santo á toda clase de estados, es muy conveniente para no ecar : la justa distribucion de los empleos militares, políticos y eclesiásticos , y el modo justo de preten- derlos , son unas verdades cuya doctrina y obser-= vancia á todos nos toca: el respeto á los templos y á sus ministros, la reverencia y honor que debe= mos prestar á los Reyes y á los magistrados , 4 los maestros y ancianos: el aprecio con que debemos proteger á los artesanos y cultivadores de la tierra; 2 los comerciantes y oficinistas, á los estudiantes , y á toda clase de personas : éstas y otras verdades que se enseñan en «mis libros con claridad , senci- llez , fuerza y energía , sin duda nos comprehenden á.todos,. y nos son utilísimas á todos. Sin embargo, así como defiriendo á la solicitud de no pocos ecle- siásticos y religiosos de la mayor condecoracion, es- cribí unos Exercicios espirituales para el clero, para tratar en ellos aquellos puntos que mas de cerca y menudamente tocaban al estado sacerdotal, (los que impresos y esparcidos por España , América y .otros reynos , han producido por particular gracia.del Se- ñor siugularísimos provechos en el venerable estado

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