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Dra SEGUNDO. 87 del castigo, sino por principios de religion que deben gobernar nuestra conciencia. Esta verdad constante, que en todo el mundo que-vive en sociedad se veritica, para mantener el buen órden y la pública tranquilidad en el estado, que se desquiciaria y trastornaria todo sin su observancia , se observa muy particularmente entre los christianos , y con mayor estrechez entre las personas religiosas que con un solemne voto hemos con- firmado las promesas del bautismo, y los preceptos del Evangelio , quando ofrecimos obedecer toda la vida á nuestros legítimos prelados, sin admitir otra limitacion, que lo que fuese contra la ley santa de Dios, y contra nuestra alma segun la inteligencia legítima , justa y verdadera de la regla monástica que profesamos, Y ved ahí, venerables Religiosas, las dos condiciones que debe tener nuestra obediencia; conviene á saber: 13 que sea universal: 2% que sea pronta. Comprehendedias bien, pues ellas abrazan un fondo de doctrina muy intere- sante, Primera. : Escribiendo el: Apóstol San Pablo 4 los Filipenses les dice: haced todas las cosas sin murmurar. Todas las cosas , dice, sean árduas ó fáciles, pesadas ó ligeras: sean conformes á nuestro gusto, ó contrarias á nuestro paladar : Omnia facite: en todo se debe obedecer sin mur- murar, Sea la prelada sábia ó ignorante: mande con prudencia ó sin ella: sea aceptadora de personas ó no lo sea: mande muchas cosas ó mande pocas: Ommia fa- cite. Que dé á las Religiosas de su partido los empleos de descanso , y á las otras que no lo son los trabajosos y pesados: que á aquellas no las mande nada y 4 éstas todo: que sea impertinente y discola , ó virtuosa y mo- derada; eso nada importa á las Religiosas obedientes. Ellas miran á Dios, la obedecen por Dios, y siempre que las preladas nada manden contra Dios, todo es hecho sin réplica, sin aparentar escusas, sin inventar pretextos, sin murmurar: Omnia facite sine murmurationi=
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